martes, 12 de mayo de 2015

¿Hasta cuándo un ejercicio anaeróbico deja de serlo para convertirse en aeróbico?

Lo que sabemos de los ejercicios anaeróbicos es que son de corta duración, y los aeróbicos de larga duración. Algunos piensan sin embargo que el término anaeróbico se refiere a la ausencia de O2, y que el término aeróbico excluye cualquier contribución o aporte anaeróbico, y pensar así es un error y un desconocimiento de la fisiología, pues como bien señalan Chamari & Padulo (2015), las contribuciones metabólicas del ejercicio no pueden ser separadas ni categorizadas tan fácilmente. Además, los autores aseguran que la ambigüedad de los términos confunden al lector y —sugieren— conllevan a sesgos dentro de la investigación.



Los autores ya mencionados, al notar la delgada y difuminada brecha que hay entre un ejercicio de tipo anaeróbico y otro de tipo aeróbico, proponen entonces replantear los conceptos. Lo que su paper nos dice es que el metabolismo anaeróbico es una vía que no utiliza oxígeno, pero eso no quiere decir que funcione en su ausencia, simplemente nos indica que no lo necesita. Un ejemplo es que un sólo ejercicio a nivel máximo con duración de 6 segundos se realiza aproximadamente con la mitad de energía procedente de los fosfágenos, mientras que la otra mitad se origina de las vías glucolíticas, y que se han demostrado además contribuciones mixtas en ejercicios de 20 a 324 segundos. Pruebas como tales son los motivos que impulsan a los autores del artículo a proponer nombrar a los ejercicios anaeróbicos dirigidos por el sistema de fosfágenos como "esfuerzos explosivos", a los anaeróbicos lácticos como "esfuerzos de alta intensidad" y a los ejercicios aeróbicos como "ejercicios intensivos de resistencia".




A primera vista parece problema resuelto. Sin embargo, Chamari & Padulo no arreglan demasiado las cosas y el problema persiste, pues para abordar el problema de los sistemas energéticos, los investigadores utilizaron un método de razonamiento aristotélico [1] 

El camino aristotélico que tomaron Chamari & Padulo parece prometedor, pero es engañoso. Si dicen que el efecto metabólico por el que está sustentado un concepto, no es lo esencial del concepto (asunto en el que estoy de acuerdo), entonces necesitarían decir que sí es lo esencial. Si hubieran tratado de decir cual es la esencia del concepto, se habrían dado cuenta de que la distinción aristotélica no resuelve el problema. ¿Cual es la esencia del concepto? ¿El tiempo? ¿Y si te pasas un minuto ya es otra cosa? ¿Y un segundo? ¿Y una milésima? ¿O es que debemos suponer que hay una especie de línea perceptiva temporal que define la esencia del ejercicio? Suena mal, porque en el mejor de los casos nos topamos con la paradoja de Sorites[2].

La respuesta a este tipo de preguntas es semántica, no metafísica. La pregunta correcta sería ¿cuales son los criterios de identidad que usamos normalmente para definir un ejercicio sobre el otro? Si lo planteamos así, nos damos cuenta de que estos criterios no sirven en el caso de la modificación de términos ni de tiempo. Si aumentamos mínimamente la intensidad de un ejercicio,  normalmente decimos que es el mismo ejercicio, el mismo sistema. Si le cambiamos radicalmente el tiempo y la intensidad entonces diremos que es otro ejercicio, pero es imposible poner una frontera entre esos dos extremos. "¿Exactamente cuando deja de ser un ejercicio anaeróbico un aeróbico?" es una pregunta mal planteada, porque los criterios de identidad que usamos cuando decimos "eso es aeróbico/eso es anaeróbico" no sirven para marcar la frontera, así como tampoco decir "eso es explosivo/de intensidad alta/de resistencia". Lo que hacemos normalmente es que contextualizamos la identidad. Hay contextos para cada paciente, y muchos de ellos son opuestos. No hay contradicción porque los contextos son diferentes, y lo que define el contexto es el criterio de identidad que se quieren usar. 

Aunque personalmente optaría por elaborar la clasificación según criterios subjetivos (que bien desencadenaría otro tipo de problemas importantes), a mí me gusta la aportación de los autores por el hecho importantísimo de que toman en cuenta al cuerpo y su metabolismo como parte de un sistema biológico complejo y ya no, cual se ha venido haciendo, como un sistema mecánico; el defecto es que Chamari & Padulo intentan solucionar el problema pero solamente le dan la vuelta y nos imponen uno distinto, que sí, más apropiado —y hasta útil—, pero también más complicado.

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[1] Aristóteles creía que las propiedades esenciales son aquellas sin las que la cosa no sería lo que es, y las propiedades accidentales las que determinan cómo es una cosa, pero no lo que es. Por ejemplo, Aristóteles pensó que la racionalidad es esencial al ser humano y, dado que Sócrates era un ser humano, la racionalidad de Sócrates era esencial para que Sócrates fuese Sócrates. Sin la propiedad de racionalidad, Sócrates simplemente no hubiera sido Sócrates. Ni siquiera hubiera sido un ser humano, y mucho menos Sócrates. Por otra parte, Aristóteles pensaba que la propiedad de ser de nariz chata era meramente accidental. Su nariz formaba parte de cómo era Sócrates, pero no era esencial a lo que era ni a quién era. Dicho de otro modo, quitémosle la racionalidad a Sócrates y ya no sería quien es. Pero hagámosle una cirugía estética y entonces será Sócrates con la nariz reconstruida.

[2]. La paradoja de Sorites representa uno de los problemas lógico-filosóficos actuales que aún no están resueltos. La paradoja es generalizable a todos los términos vagos en el lenguaje, es decir todos los términos que admiten grados. El problema es que no hay modo de definir criterios estrictos para términos vagos. ¿Cuándo un tono de azul es suficientemente verde para considerar que en realidad es un tono de verde azuloso? Se ha propuesto que podríamos negar el principio lógico de tercero excluido y trabajar estos conceptos vagos con lógicas polivalentes, con un número infinito de valores intermedios de verdad. Pero esto tampoco soluciona el problema de modo satisfactorio por razones técnicas (grados infinitos intermedios).



Referencia:

Chamari K & Padulo J (2015): ‘Aerobic’ and ‘Anaerobic’ terms used in exercise physiology: a critical terminology reflection. Sports Medicine. 1:9.


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